Hoy
os quiero presentar a Eleonora Lanzillotta. Nació en Argentina y
vive en Barcelona. Es Consteladora familiar, Terapeuta Gestalt,
profesora de Yoga, formadatambién en Anatomía para el Movimiento,
Eutonia, Reiki, y un largo etcétera. Además, es madre de Luna (9
años) y Ciro (1 año) y creadora de la “Crianza Inclusiva” y
del programa “Crecer Criando” que lleva el nombre del libro que
está por editar. Y también mi guía en este camino de
autodescubrimiento y crecimiento personal.
Este
mes podremos disfrutar de uno de sus talleres intensivos de Crecer
Criando aquí en Mallorca, que en este caso se centrará en los
famosos “Límites”. Así que le he propuesto que nos adelante un
poquito sobre lo que nos encontraremos en el taller y nos explique en
qué se basa la crianza inclusiva.
¿Nos
puedes explicar en qué se basa el método de la Crianza Inclusiva?
Más
que un método, para mi la crianza inclusiva es una manera de mirar
la vida y de acompañar a nuestros hijos en los procesos de
aprendizaje, tomando esa experiencia como plataforma para conocernos,
aprender, crecer y comunicarnos de manera más amorosa, altruista y
consciente, en la pareja y demás vínculos.
¿Qué
herramientas se utilizan para aprender esa mirada?
Sobretodo
un recorrido consciente de nuestra historia personal, que yo realizo
con diferentes técnicas, como la biografía humana, Terapia Gestalt,
una amplia mirada desde lo sistémico, constelaciones familiares y la
observación de nuestra alimentación. Cuando hay asuntos que creemos
que son problemas “con” los niños, ponemos primero la atención
a lo que sucede en el presente, revisamos pautas alimenticias que
tienen muchísima influencia en nuestros estados anímicos y
emocionales y luego hacemos un recorrido honesto sobre nuestra
historia.
Y
¿qué logramos ?
Recién
en ese momento creo que los padres estamos abiertos a comprender qué
es aquello que nos están queriendo mostrar nuestros hijos y que
funciona como el espejo de algo que, probablemente, tenemos más
dificultad para ver en nosotros mismos. Comenzamos la búsqueda de la
verdadera conexión, cuando intentamos realmente mirar al otro, sin
interpretarlo, sin poner etiquetas, sin supuestos infundados,
realmente el otro puede aparecer. Es un trabajo cotidiano y un gran
desafío, por supuesto.
Creo
que sería la manera más honesta y profunda de poder conectar con
nuestros hijos y con las personas que nos rodean. A través de una
mirada real en nosotros.
Y
¿esta manera de mirar se vincula con las corrientes y nuevas
pedagogías más respetuosas presentes hoy en día?
Por
un lado todas las “nuevas” pedagogías que estamos aplicando me
parecen por un lado ¡una maravilla! Creo que están relacionadas con
un nuevo movimiento que estamos haciendo los seres humanos hacia la
comprensión de nuestras emociones y considero incluso que es lo más
necesario en este momento, cambiar el trasfondo de la educación y
comenzar a hacer “equipo” con nuestros hijos y alumnos, aprender
junto con ellos.
A
la vez me encuentro con muchas amigas y muchas madres en consulta que
pasan por verdaderos “intríngulis” en sus vidas, habiendo
“decidido” ,ya incluso desde el embarazo, que harían crianza
respetuosa, montessori, waldorf, etc. Y todo esto ha sido mal
interpretado o “estudiado” desde la “carcasa”, sin ningún
trabajo emocional que lo acompañe. Como resultado final se generan
muchísimas ideas o exigencias sobre cómo deberíamos actuar, cómo
debe ser la vida, etc. No son más que opiniones y las opiniones solo
generan más desacuerdos, en las familias, en la pareja y por ende,
mayor malestar para los hijos.
La
crianza inclusiva está vinculada y a la vez abierta a cualquier
corriente educativa, porque lo importante es ese crecimiento.
Trans-formarnos. Realmente cambiar de forma de mirar.
¿Qué
sugieres para unificarnos en esta nueva manera de mirar a los niños
y conocernos?
Vivir
genuinamente, “hacernos verdaderas preguntas”, como dice Laura
Gutman, rehacer nuestra manera de comunicarnos día a día ,a través
de un proceso terapéutico consciente. Creo que lo más importante parte de
nuestro corazón transformándose y se desparrama en casa con las
mejores semillas.
¿Qué
se definiría como límite desde la crianza inclusiva?
Para
hablar de límites miramos primero al adulto. ¿Cómo educarnos, cómo
ponernos límites nosotros mismos, cómo aprender a poner límites
cuando algo no nos gusta sin necesidad de que el enfado desborde
nuestra vida? Límite Inclusivo es: “me incluyo a mi en esto que
veo del niño”.
Los
límites más contundentes son aquellos que caen por su propia fuerza
como la fruta madura. Si mi hijo está al borde de la ventana mi “no”
no va a tener dudas, ni interpretaciones, ni frustraciones
personales. Proviene de la vida misma y de la conservación de esta.
Decimos muchas más veces que “no” a nuestros hijos a causa de
nuestras propias frustraciones en nuestra infancia, en la pareja,
entre otras cosas, que las que en realidad diríamos si tomáramos
conciencia de la realidad tan cruda de haber aprendido
a conectarnos y comunicarnos a través de luchas de poder. La gran
herencia del patriarcado es el manejo del poder escalonado. Nos
nutrimos de ello como el
pan del día a día, casi sin saberlo.
No
sabemos amar altruistamente porque no hubo lugar para que, a través
de otros adultos nos conectáramos con aquello que realmente veníamos
a experimentar, con lo que genuinamente sentíamos. Y así
constituimos una manera de estar en la vida muy limitada, muy poco
respetada con nosotros mismos y por ende con los demás.
¿Qué
ideas que se trabajan en el curso de cómo podríamos aplicar
límites?
En
Crecer Criando digo que sería interesante anteponer “plurales
solidarios” a lo que llamo las famosas “ordenes con mando a
distancia”. Sobretodo hasta que los niños comienzan a lograr mayor
autonomía emocional, es mucho más práctico y productivo un “vamos
a lavarnos los dientes” y en compañía, que quince “ve a lavarte
los dientes, ya te lo he dicho mil veces”. Ese plural refuerza
muchísimo más la autoestima, autonomía futura y sensación de
contención emocional. Si tenemos un hijo respetado será
inevitablemente más respetuoso, pero esto conlleva un proceso y un
proceso dura varios años. Creo que
es importante poner límites pero con consciencia, respeto y
coherencia.
El
rol del adulto debe cambiar, esta claro... Pero ¿por dónde empezar?
¿Qué tener en cuenta a la hora de reeducarnos?
Por
lo que yo observo, el contexto social, la mayoría de las veces,
ejerce una presión importante. Comprender cómo se han generado
estas ideas, por ejemplo que el niño “debe obedecer” y el adulto
“educar” es importante y necesario.
Por
otro lado, lo que siento que es la “música de fondo” de la
crianza inclusiva: “yo te amo hagas lo que hagas y estoy contigo”
es interesante que presente en nuestro interior a la hora de la
puesta de límites.
Comprender
si un límite genera soledad o contención es esencial y para ello se
requiere un práctica intensa. Si nosotros servimos de espejo, ¿qué
podemos hacer para facilitar unos límites respetuosos desde nosotros
mismos? Mirarnos a nosotros mismos. Casi nada más, te diría. Solo
a nosotros mismos y rebuscar de donde vienen muchas ideas que a veces
están vacías de contenido y llenas de frustraciones personales.
Colmadas de dualidad…”esto es lo que está bien…esto es lo que
está mal”.
Gracias
por tu tiempo, tu trabajo y dedicación...
Eleonora
estará en Mallorca los días 22. 23, 24 y 25 de abril dando sesiones
individuales y podremos disfrutar de su taller intensivo de Crecer
Criando “los límites” el 24 de abril de 10 a 14 h.
Espero
que os haya gustado y os sirva de ayuda. Nosotros estaremos en el
taller de Crecer Criando, si os animáis allí nos vemos!
Gracias
por leernos...
Un
abrazo!
Me encanta. Gracias por mostrarnos un poquito más sobre la educación.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias a ti por tu comentario y por habernos leído! :)
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